Cada vez que los titanes de la tecnología sacan un nuevo superordenador o un estudio que indica que los ordenadores están ganando terreno a la inteligencia humana, la comunidad científica contraataca con sus propias salvas. Así pues, según los últimos descubrimientos científicos del Instituto Médico Howard Hughes y otros, no sólo tenemos mejor aspecto que los PC, sino que andamos por ahí con una red de capacidad de almacenamiento de cuatrillones de bytes dentro de nuestras torres craneales que tienen algo del orden de 100 trillones de conexiones sinápticas con nuestras neuronas para una capacidad de procesamiento incomprensible.1
No es de extrañar que ahora dispongamos de tecnología para que quienes sufren lesiones cerebrales traumáticas puedan conectarse con la tecnología y el mundo fuera de sus cerebros mediante interfaces cerebro-ordenador (BCI) que actúan como una especie de prótesis mental para intentar reparar y mejorar las funciones neurológicas y cognitivas dañadas, como la audición, la vista y las habilidades motoras.
Tecnología de conexión del cerebro con el ordenador
Hace no más de 20 años, los científicos empezaron los intentos de ICB siguiendo los movimientos de los ojos, la cabeza o las manos que se conectaban a los ordenadores. Lo único que podía hacer era controlar el movimiento del puntero de un ratón en la pantalla del ordenador. Al final, acordaron colectivamente que esos dispositivos y esfuerzos no eran prácticos para lo que intentaban hacer: conectar la mente a las máquinas. Además, el hardware personalizado que se utilizaba para la comunicación entre el paciente y el ordenador era tan caro que sólo podían permitírselo las personas con recursos suficientes.
En un simposio de la Sociedad de Neurociencia celebrado en 2015, el médico y neuroingeniero de la Universidad de Stanford Paul Nuyujukian habló de la necesidad de una solución asequible que pudiera estar disponible en la mayoría de clínicas y hospitales. De este esfuerzo nacieron las prótesis neurales, una tecnología asequible que permitiría a un paciente utilizar sólo su cerebro para comunicarse directamente con los ordenadores. Como cualquier gran proyecto científico, el equipo tropezó, pero luego pasó de intentar desarrollar sus propias interfaces a adaptar la tecnología existente en forma de realizar modificaciones en una tableta Nexus 9 y utilizar Bluetooth para la conectividad de la mente a la máquina.2
«Nuestro objetivo es desbloquear toda la interfaz de usuario común a los ordenadores de uso general y a los dispositivos móviles», dijo Nuyujukian a los asistentes al simposio. «Se trata de un primer paso hacia el desarrollo de una interfaz informática y de comunicación totalmente capaz, controlada por el cerebro, para restablecer las funciones de las personas con parálisis. «4
Aplicaciones de la ICB y esperanza para los que sufren una LCT
La tecnología BCI no sólo ayuda a quienes se están recuperando de una LCT, sino también a otras personas que sufren algún tipo de lesión cerebral o discapacidad de la coordinación motora, como las personas con:
- Esclerosis lateral amiotrófica
- Tetraplejia
- Enfermedad de Lou Gehrig
- Un derrame cerebral
- Enfermedades neurológicas
Quizá la historia de éxito de la ICB más conocida sea la del célebre físico y cosmólogo Dr. Stephen Hawking, cuyas hazañas con la ICB son posibles gracias a una tecnología un poco anticuada para los estándares actuales. Utiliza los músculos de la mejilla para mover el puntero de un ratón y comunicarse y explorar con un ordenador.
Quizá una mejor señal de lo que está por venir sea la historia de la violinista pródiga londinense Rosemary Johnson, que a los 20 años sufrió un accidente de coche que la dejó físicamente discapacitada y con un pronóstico de por vida de TBI. Gracias a los nobles esfuerzos de la Universidad de Plymouth y la Real Universidad para la Neurodiscapacidad, Johnson entró en un estudio que la coronó con un gorro de electroencefalograma (EEG) que aprovecha los electrodos que registran su asombrosa actividad cerebral para interactuar con los ordenadores.3 Johnson, con el uso de las prótesis neurales, es ahora capaz de interactuar con una pantalla de ordenador para seleccionar notas, ajustar el volumen y la velocidad de las piezas musicales que toca en su mente y que luego pueden ser interpretadas en directo por el Paramusical Ensemble, un grupo de músicos sin discapacidad que interpretan sus creaciones.
Retos futuros para los pacientes con LCT
A pesar de los avances que la ciencia y la tecnología han realizado en relación con la unión de la ICB y la LCT, un gran número de pacientes pueden estar tan deteriorados y sufrir tanto por su enfermedad que este tipo de interfaz nunca les será de ayuda. Los efectos de una LCT para las personas y sus familias pueden ser desalentadores, y ahí es donde un caso de lesiones personales puede ayudar a los que sobreviven a obtener la ayuda económica que necesitan no sólo para recibir tratamiento y terapia de soporte vital, sino también para ayudarles a llevar a cabo esfuerzos de recuperación como los que ofrece BCI.
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- «Límite superior nanoconnectómico de la variabilidad de la plasticidad sináptica» publicado en eLIFE, noviembre de 2015.
- «Grandes noticias: la unión de la tecnología y la capacidad intelectual capacita a los lesionados», publicado en Journal of Accident and Emergency Medicine for Tort Victims, noviembre de 2015.
- «La ciencia devolvió su música a la vida, 27 años después de una lesión cerebral», publicado en The Daily Beast, febrero de 2016.